Dos días han pasado desde el viernes 29 de agosto, en que el concejo municipal tomó una de las decisiones más tristes y decepcionantes de las que tengo recuerdo:
Decidió que en Maipú hay vecinos clase A y vecinos clase B.
Aquel día, lo vamos a recordar como el viernes más triste en la historia de Maipú. Lo vamos a recordar como el día en que nuestra historia de batallas y luchas, perdió todo sentido. Lo vamos a recordar como el día en que la historia nos mintió, ya que nos dijeron que nuestro país comenzó bajo nuestros pies con un gran abrazo entre O´Higgins y San Martín, pero ese abrazo terminó el viernes, cuando a 116 familias les dijeron “ustedes no son parte de ese abrazo”.
Hay 116 familias que llevan más de ocho años luchando contra todo tipo de prejuicios y discriminación. Ocho años esperando, y en menos de ocho minutos, los representantes de la “Ciudad Feliz”, les dijeron que no tienen derecho a ser felices, que no podrán tener su anhelada vivienda definitiva.
Por más que busco algún adjetivo para poder calificar lo ocurrido aquel viernes, no encuentro otro que la palabra vergüenza.
Estoy absolutamente avergonzado de los argumentos dados por algunos concejales. Estoy avergonzado por la falta empatía con los niños y niñas que viven en el campamento La Isla. Y lo que más me entristece, es que existan otros vecinos que tampoco estén de acuerdo con darles un mínimo de dignidad a las 116.
Aquel Viernes, el más triste en la historia de Maipú, lo vamos recordar por siempre.
Ojalá que las 116 nos perdonen, ustedes son la flor que falta en nuestro valle.