En el Hogar Inés Riesco Llona residen 24 niñas, que van desde los dos hasta los catorce años. Todas bajo protección judicial porque han sido vulneradas en alguno de sus derechos.
Por Carla Colombo
Fotografías de Felipe Pino.
—¿Cuánto falta? —preguntó una niña tirando del atuendo de una religiosa.
—Poquitito, hija —respondió Sor Karina.
A los minutos la niña volvió a preguntar: “¿Cuánto falta?”. “No sé, mi amor. Cuando terminen las señoritas de bailar, es la hora de la bicicleta”, le contestó pacientemente su cuidadora.
La noche del 2 de febrero, las niñas esperaban ansiosas que finalizara la zumbatón en el Odeón de la Plaza de Maipú, para participar de la cicletada organizada a beneficio del Hogar que las acoge.
Sor Karina me contaba que en la mañana les habían regalado entradas para ir a Kidzania, estaban cansadas, por eso solo participaban de la cicletada cinco niñas… “Estas son las que todavía tienen pilas”.
El Hogar Inés Riesco Llona
El Hogar de Niñas es administrado desde 1981 por la Congregación María Auxiliadora y el recinto fue donado por la familia Riesco Llona. Si bien es un recinto católico, cuentan que no se les impone la religión y respetan cuando reciben niñas de otros credos.
En el lugar se encuentran cuatro hermanas y 15 trabajadoras laicas, entre ellas las educadoras, asistente social, psicóloga, directora…
Cuentan con una capacidad para 25 niñas y actualmente residen 24, que van desde los dos hasta los 14 años. Todas bajo protección judicial porque han sido vulneradas en alguno de sus derechos.
El trabajo del Hogar consiste principalmente en apoyar y salvaguardar a las niñas, que por las diferentes situaciones que han vivido, en ocasiones, presentan problemas psicológicos.
Sor Leonor nos contó que el objetivo de la institución es que la permanencia de las niñas en el recinto sea la menor posible, porque si bien ahí les entregan cariño, estabilidad, educación y salud, entienden que es dañino para una niña crecer institucionalizada.
Según sostuvo la directora, Marcela Rivera, el tribunal establece las visitas de los familiares, quienes de la comuna que provengan se dirigen a Maipú para una visita supervisada, donde se les ayuda a crear un vínculo. Ya que siempre lo esperado es que las niñas puedan tener una vida de familia.
Las casas dentro del Hogar
El Hogar Inés Riesco cuenta con tres casas dentro del recinto, donde viven ocho niñas en cada una, más una educadora de trato directo que está las 24 horas con ellas.
Cada casa dispone de un gran dormitorio donde se encuentran las camas, un baño, una cocina, un living, un comedor y una sala de juegos. Instalaciones que buscan asemejarse lo más posible a una vivienda. Además, un patio común donde viven tres perros, se guardan las bicicletas, una cama elástica y una piscina donde las niñas pasan las tardes de calor.
Hicimos el recorrido por las casas… la primera: “Casa Madre Mazzarello”, en memoria de la fundadora de la Congregación. En esta casa viven las niñas de dos a cuatro años. Luego conocimos la casa “María Auxiliadora”, donde se encuentran las niñas de cinco a siete años. Finalmente, la casa “Mamá Margarita”, para las mayores.
Sustento del Hogar y donaciones
La administración por parte de la Congregación consiste principalmente en el mantenimiento del Hogar y sus colaboradoras. Pero para el sustento de las niñas son necesarias, además, donaciones.
Según contó Sor Leonor, lo más común son las visitas y las colaboraciones en navidad. Aunque el resto del año reciben donativos de frutas o útiles de aseo, no son constantes.
Las donaciones materiales se dejan directamente en el Hogar, ubicado en Avenida Pajaritos 3520, frente al Cerro Primo de Rivera (Cerro 15).
Para el voluntariado con fines educacionales o recreativos hay que escribir al correo hinesriesco@gmail.com, solicitando entrevista y evaluación.
Asimismo se pueden efectuar donaciones económicas en la cuenta:
Banco de Chile
Número: 195-00808-01
Correo electrónico: hinesriesco@gmail.com
La despedida
Antes de retirarme del lugar quise conocer a las niñas, ver cómo se encontraban. Si bien solo las vería un minuto, una parte de mí sabría si ellas estaban bien. Pasamos a la piscina donde se bañaban…
«¿Quién es?», preguntaban.
Sor Leonor les respondió: «Una tía». Me saludaban desde el agua, cuando una de ellas salió de la piscina y me preguntó: «¿un abrazo mojado?»
A lo que no me pude resistir. Me dio un abrazo tierno pero a la vez con la traviesa intención de mojar mi ropa.
Comenzaron a salir otras de las niñas y cada una me dio un abrazo.
Me retiré del lugar, con la ropa un tanto húmeda, pero con el corazón feliz de ver a tales niñas, que tan mal lo han pasado, disfrutando de una calurosa tarde y con tanta alegría y cariño para dar.