Lamentablemente, no todos los vecinos ni todas las vecinas están de acuerdo con lo que digo. Con base en mi experiencia in situ podría decir que todo lo contrario, que la mayoría estaba de acuerdo con el cobro de la entrada.
Las razones o mejor dicho los motivos que esgrimieron podrían resumirse en que la selección permitía la exclusión de los flaites -así dijeron-, y de ese modo se garantizaba el carácter familiar de la actividad, la seguridad, etcétera.
Más allá de los elementos clasistas hay allí intenciones atendibles: Cada quien tiene derecho a procurar lo que estime mejor para sí y para sus cercanos. Y eso puede pasar por controlar el círculo de personas con las que nos involucramos.
Acorde con ello, se contó con una variada oferta de actividades privadas (no municipales) en la comuna.
Lo que no puede suceder es que las instituciones tiendan a la segregación en vez de a la integración sin que se vacíen de sentido.
Así, la municipalidad en particular debe (por ley) “satisfacer las necesidades de la comunidad local, y asegurar su participación en el progreso económico, social y cultural de la comuna”.
De la comunidad local, de la comunidad maipucina. No de aquella conformada por quienes poseen capacidad suficiente de pago.
Más aún cuando el concepto de “Nueva Chilenidad” ha sido utilizado desde el inicio de la actual administración, precisamente, para poner énfasis en el carácter popular de estas fiestas.
Si se requería más dinero para financiar una fiesta como la que se realizó, entonces la fiesta no debió realizarse en los términos en que se hizo.
Si se requería filtrar el ingreso por un motivo de espacio, debió recurrirse al retiro de entradas con antelación, al orden de llegada, etcétera. Al sorteo, en último término.
La turba
Una turba entró sin pagar a la “Fiesta de la Nueva Chilenidad”, la noche del sábado 20/09/2014. Ignoro mayores detalles. Leí que lo hicieron a vista y paciencia de Carabineros y del personal de seguridad, que nada podían hacer sin generar mayores riesgos. Hay fotos disponibles en la Internet.
Una de las opiniones vertidas en Facebook al respecto señalaba que dicho ingreso a la mala era consecuencia lógica del cobro de la entrada.
Solo quiero decir que si alguien a mi servicio pretendiera cobrarme para asistir a mi propia fiesta, financiada por mí mismo, y que se realiza en mi propia casa, me sorprendería y enojaría mucho, e intentaría entrar por las buenas o por las malas.
O más bien dejaría la cagada (en buen chileno, como se dice).