[OPINIÓN] Con ideas como la de las 40 horas, Camila Vallejo logra que todos tomemos definiciones políticas, y que la mayoría lo hagamos de su lado, contrario al del gobierno. No se ha visto a la oposición como tal en Maipú seguir, en general, su ejemplo.
Tanto el 2011, siendo dirigenta estudiantil, como este 2019, siendo diputada, Camila Vallejo ha logrado que todos tomemos definiciones políticas.
Como la derecha tiene un discurso anti política (cuando despectivamente se refiere a “las peleas de los políticos” o dice de algo que “es político” y contrapone lo anterior a “los problemas que realmente importan a la gente”, etc.), tiene que explicitar dichas definiciones a su pesar.
El 2011, Vallejo dijo que la educación debía ser pública, gratuita y de calidad, obligando al gobierno a decir que, al menos pública y gratuita, no, porque…; hoy dice que la jornada laboral debe ser de 40 horas, y tiene al gobierno diciendo que no, porque…
Por otra parte, las ideas de educación pública, gratuita y de calidad, y de jornada laboral de 40 horas, conectan con la ciudadanía de modo tal que al oponerse el gobierno deja la impresión —acertada, a mi entender— de estar tratando de justificar lo injustificable.
O sea que Vallejo logra que la mayor parte de la ciudadanía se ponga de su lado, contrario al del gobierno.
Así, consigue mantener la cuerda tensada entre este y la oposición.
Maipú
No he visto a la oposición como tal en Maipú seguir, en general, el ejemplo de Vallejo.
Si es que ha conseguido que parte de la opinión pública critique a Cathy Barriga, eso no implica que haya tomado partido por la oposición.
Me parece que la figura que más destacadamente lo ha intentado es el concejal Ariel Ramos, a través de campañas en defensa del agua, en demanda de una mejor dotación de la farmacia popular y del establecimiento de una óptica popular en la comuna.
Ahora, ¿por qué la oposición local debería hacerlo?
Porque es lo mejor para la democracia.
Para Norberto Bobbio, parte del contenido mínimo de una democracia es la existencia de varios partidos en competencia, y el debate libre entre las partes o entre los aliados de una coalición de gobierno.
Mediante esa competencia y este debate, de acuerdo con Bobbio, se persigue realizar los ideales de la democracia: la tolerancia, la no violencia, “la renovación gradual de la sociedad mediante el libre debate de las ideas y el cambio de la mentalidad y la manera de vivir”*, y la fraternidad.
Cuando los competidores no debaten sus ideas, pienso, dan pie a la sospecha de que en realidad no persiguen el interés general sino unos intereses particulares, no tienen ideas renovadoras o las ideas que tienen no compiten entre sí (no tienen mayores diferencias).
El mismo Bobbio dice que un argumento a favor de la democracia es que quien tiene el poder tiende a abusar de este, y que una de las garantías contra dicho abuso es la lucha de los movimientos políticos por la conquista temporal y pacífica del poder.
Una lucha sin «sentido y razón», como canta el correligionario de Vallejo y Ramos, resulta terriblemente desmovilizadora.
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*Tanto esta cita (de la página 41) como las referencias lo son a «El futuro de la democracia»: 1986, México, Fondo de Cultura Económica.
[Fotografía de Johanna Zárate P., Cámara de Diputados de Chile (CC)].