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[Editorial] Educación: en la discusión de la desmunicipalización, falta una silla para los profesores

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La Institucionalidad de la educación pública así concebida en su configuración tradicional, es desde hace muchos años en Chile, un cruce de a ambigüedades y conceptos alambicados que han terminado por acuñar nostálgicamente el concepto público como extensión de lo municipal, en un intento de acople híbrido que solamente confunde el sentido esencial de la educación como bien público, que efectivamente debiera garantizar la inclusión, el aseguramiento de un sistema educativo de calidad, gratuito, obligatorio, que promueva la cohesión social, cultural, para permitir el desarrollo de una sociedad más justa y democrática.

No fueron estas precisamente las razones que llevaron a instalar en Chile, un modelo de educación municipal, en la década de los años 80. Por el contrario, han sido la exclusión, discriminación, selección, una radical segmentación y un conjunto de mecanismos y artimañas los que de manera encubierta y burdamente justificada, han dirigido el destino de la educación hacia una privatización que termine por cohabitar con los modelos de un sistema social basado en la tenencia de bienes, la competencia, y el subsidio como expiación de las culpas de gobernantes y clases sociales acomodadas y protegidas.

¿Qué puede diferenciar el abusivo sistema de pensiones, el precario sistema de salud, del actual sistema educativo y su tendencia?

Hay clínicas privadas de salud que atienden a ciudadanos más pudientes, ¿o es para todos igual?

Hay un sistema de pensiones (jubilación) que termina por hundir en la pobreza a la gran mayoría de los trabajadores que ven con espanto el término de su período laboral activo, ¿o es para todos igual?

Existe un sistema educativo que selecciona y discrimina de las más diversas formas, y hablan por ella los resultados estratificados como lo son sus profundas diferencias de castas sociales, ¿o es para todos igual?

Claro, somos parte de una generación, que la dictadura militar, por medio de su brazo civil anclado en lo más rancio de la derecha criolla, trató de convencer primero que su irrupción patriótica estaba indisolublemente amarrada a los afanes de libertad y rechazo del totalitarismo marxista y de este modo, con este anuncio celestial todo lo demás se lo dio por permitido, empezando por el atropello a los derechos humanos, porque no todos los seres humanos tenían los mismos derechos, y así a partir de esta licencia todo lo demás quedaba a sus pies y por cierto  quedó la educación, demasiado costosa para permitírsela al pueblo, bastaba un subsidio, una unidad de subvención escolar, un incentivo a la función cooperadora de la labor educativa del estado, la promoción de apertura de colegios particulares subvencionados que brillaron como luciérnagas, era el incentivo a un nuevo negocio, con pocos requisitos, con muchas utilidades, afirmado en la libertad de elección de la familia “para elegir el colegio donde quería que estudiaran sus hijos”.

El resto es conocido, la abdicación del estado, el traspaso de los colegios a los municipios, que terminaron por convertirse o en nuevas administraciones de miseria y los con mejor suerte en feudos y cajas chicas administradas por los alcaldes de turno.

Para ser claros, la  criatura del modelo educativo municipal de la dictadura, la cuidó, la alimentó y le enseñó a caminar la pléyade concertacionista. Dicho de un modo claro y sin eufemismos, el modelo de educación municipal une en fuertes y cómplices lazos a lo peor del pinochetismo con buena parte de la dirigencia concertacionista (ahora Nueva Mayoría) que permitió, usufructuó y sigue usufructuando de las generosas ganancias de los sostenedores educativos o empresarios educativos.

La historia consignará que fueron finalmente los movimientos estudiantiles, la voz y la fuerza en la calle de miles de adolescentes y jóvenes los que golpearon con sus nudillos el rostro de palo de gobernantes, políticos insulsos y burgueses, para exigir el término de un sistema educativo injusto, avergonzarte que descaradamente enriqueció a un puñado de empresarios educativos.

Falta una silla para el alcalde de Maipú y para  los profesores también.

Por ello, en el inicio del gobierno de la segunda era Bachelet, nuevamente al ponerse en la mesa de discusión uno de los temas de la tabla del movimiento estudiantil como es  la desmunicipalización de la educación, aunque sea con los mismos actores de la política y el poder de las últimas cuatro  décadas, vale la pena o la alegría, empezar a preguntarse cual es el nivel de avance y cuál será el norte del debate por lo que falta para hacer realidad este anuncio…

Varios actores, al menos los más pragmáticos, se han adelantado por estos días para estar presentes y ser tomados en cuenta en esta discusión, es de esperar que sea con afanes de contribución al debate colectivo y no una martingala más de promoción de intereses políticos personales, aprovechando el faroleo mediático.

Entre otros, una de las organizaciones de municipios que preside  el alcalde de Maipú, Christian Vittori, se entrevistó con el ministro de educación en representación de su organización de alcaldes diciendo tener “un diagnóstico de la problemática de la educación de todo el país” y donde además pidió “tener una silla en la mesa para poder conversar de aquí hacia adelante».

El edil como uno de los administradores del actual sistema municipal de educación, y como representante de su organización de alcaldes, es perfectamente razonable que pida una silla en la mesa de conversación, como lo sería que la pidieran los profesores, no sin antes iniciar una jornada amplia de conocimiento y consulta de los maestros para plebiscitar un acuerdo que les interprete y favorezca.

El gobierno, el ministro, los legisladores, alcaldes, tienen algo que decir sobre esta desmunicipálización, cada uno desde su perspectivas, cada uno cautelando su responsabilidades sectoriales, ¿y los estudiantes?, ¿y los profesores? ¿Tendrán una silla?

Este es el desafío que recién se inicia, una discusión de fondo, más allá de una doméstica y manida presentación de estadísticas a veces algo truchas sobre indicadores que revelan el aumento o mantención de alumnos más alumnos menos, mejora en los resultados en relación con la dimensión x u otra fronda de dichos con los que se trata de mantener conectado el respirador a la educación municipal.

En el caso de los profesores(as), en  la base territorial se puede abrir diálogos y conversaciones (evitando en lo posible charlistas)  donde primen las conclusiones fundadas en  el interés común, por sobre las banderías políticas y los manejos de sus lealtades corporativas. (Maipú podría ser un ejemplo desde la base).

Por todos, ojala se avance.

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laBatalla

La Batalla, el diario de Maipú.

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