Entrevista a Marco Enríquez-Ominami, candidato presidencial: “Vamos a crear 40.000 empleos en Maipú”

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Hijo del líder del MIR, el médico Miguel Enríquez, y de Manuela Gumucio, periodista y socióloga, Marco Antonio Enríquez-Ominami tiene 52 años.

• En entrevista exclusiva con La Batalla, Marco Enríquez-Ominami anuncia que inscribirá su quinta candidatura presidencial y lanza duras críticas al actual gobierno: “No lo pudo haber hecho peor”.
• Desde Maipú, presenta propuestas locales como la construcción de 6.000 viviendas. La creación de 40 mil empleos y una nueva policía comunitaria dependiente de Carabineros.
• Además, habla de su historia personal, su visión de país, las diferencias con Kast y Jara, y su apuesta por un Estado fuerte y un mercado robusto.

Con apenas un par de meses de vida, tras el golpe militar, se convirtió en un exiliado prematuro en Francia, donde creció. Reconoce haber vivido entre dos mundos y dos lenguas, con una identidad fragmentada, en un hogar austero pero digno. Cursó la primaria y parte de la secundaria en el colegio público Víctor Hugo, en París. A su regreso a Chile, en 1990, ingresó al colegio Saint George, donde completó sus estudios secundarios. Desde entonces, ha construido su vida y desarrollado su vocación en la tierra que —a pesar de los dolores y heridas que la historia política le ha infringido— asegura amar profundamente.

Se declara apasionado por la política, el cine y, sobre todo, por su familia, a la que describe como su amor, su refugio y su fortaleza. Un núcleo que comparte con su esposa, Karen Doggenweiler; sus hijas, Fernanda y Manuela; y, por cierto, con su madre, Manuela, y Carlos Ominami, a quien reconoce y llama papá.

A pocos días de inscribir su candidatura a la presidencia de la República por quinta vez, se reúne con La Batalla en una extensa entrevista, vehemente y con un ánimo distendido, que no deja entrever el ajetreado amanecer luego de haber bajado hace apenas unas horas de un avión proveniente de Buenos Aires.

¿Cómo le gustaría titular el siguiente capítulo de su historia?

—Qué buena pregunta —señala, reflexionando—. La que viene… A ver, no es un título, pero es mi actitud. Es como el encuentro con mi pueblo. Es como decir: nos hemos dicho de todo, nos hemos peleado, me han odiado, me han amado. Los he amado, los he odiado. Hemos tenido una relación atormentada. Decía hoy día, con algo de emoción, cuando me preguntaron “¿por qué va de nuevo?” (como candidato). Dije: porque amo a este país. Respondí: mire, es un país que no me quiso. Y que después me quiso. No los chilenos, pero la gente que te echa del país cuando tienes cinco meses, te mata un padre, dos tíos, un hermano… No voy a contar porque es tétrico. Soy de los pocos de mi mundo que volvió y que decidió estar acá. Conozco a algunos que se volvieron y se volvieron a ir. Porque también es duro vivir en un país donde la mitad de Chile cree que es normal que te hayan matado. Me lo han dicho todos los días. Ve mis redes sociales, me ponen por escrito: “Faltaron balas”. Que es bien brutal, pero yo estoy acostumbrado a vivir con eso.

¿Qué le motiva a ser candidato presidencial por quinta vez?

Primero, yo amo este país, ya lo expliqué. Después, creo en la perseverancia, y perseverar significa, en latín, persevere, buscar la verdad. Yo siempre cuento esta anécdota que es un poco desaliñada, pero… Messi fue a cuatro mundiales. Perdió cuatro. Le dijeron: gordo, viejo, patético, ándate al arco, deja de jugar. Fue al quinto y ganó el quinto. Y ahora se está discutiendo si Messi es más que Maradona. Yo soy hijo de la perseverancia. Yo no fui, te voy a decir transparentemente, un gran alumno. No fui primero del curso ni de cerca. Yo era mediano. Pero mi diferencia es que soy súper trabajador, le meto y le meto. He creado cantidad de cosas porque soy una bestia de trabajo. Lo que no es lo mismo que ser mateo… Yo estudié Filosofía. Y leer los libros me costaba, tenía que leerlos dos veces. ¿Por qué te explico esto? Porque creo en la perseverancia, creo en… el que la sigue, la consigue.

Marco, la comuna de Maipú es una gran urbe, la segunda con más población del país, y tiene problemas de inseguridad, de delincuencia y la necesidad de mejorar la educación y acceso a bienes esenciales como la vivienda y la salud. ¿Hay en su programa una mirada a estos problemas? ¿Qué diría a los maipucinos?

Primero: me voy a inscribir el 18 de agosto, es lo que la ley establece, y ahí voy a presentar mi programa de gobierno.

Segundo: no estoy a favor de la hiperinflación de medidas. O sea, hay uno que propone una cárcel en el desierto, el otro propone debajo del agua y con caimanes y, además, ojalá sin oxígeno (ironiza). En la inflación de propuestas no cuenten conmigo.

Tercero: yo reclamo que estoy obligado a venir a este medio de comunicación a hablar con usted, para hablar con la gente de Maipú, y en cambio llevan once debates presidenciales sin mí. Once. Llevan cuatro meses en campaña; yo recién estaré en el debate presidencial del 10 de septiembre. O sea, cuando queden 70, 65 días de campaña.

Pero, ahora voy a responderle.

Nosotros creemos que hay que resolver el aumento de 22 % de criminalidad en esta comuna. Yo propongo un aumento de carabineros, pero eso no alcanza: crear una policía comunitaria que dependa de Carabineros, y no estoy a favor de distintas policías. En segundo lugar, hay un déficit de 13.000 viviendas. Vamos a construir 6.000. Es compromiso. En materia de empleo, con agua potable, alcantarillado o manejo de residuos tóxicos, con reforestación, son 40.000 empleos aquí. Justamente me preparé —advierte— porque sabía que viniendo aquí dije: no, esto es de Maipú, República Independiente de Maipú, no me van a dejar pasar que no tenga datos.

Estoy trabajando en mi programa de gobierno. Estamos discutiendo las medidas para que no haya déficit fiscal, que es un tema técnico. ¿Por qué? Porque este gobierno, por el cual yo voté, no lo pudo haber hecho peor. Te voy a dar cinco o seis datos: aumentaron las listas de espera en salud, aumentó el crimen, aumentó el déficit en vivienda. Esa es la parte social. En economía, bajó la productividad, la competitividad, el crecimiento; aumentó la pobreza. O sea, mi respeto: qué manera de hacer todo mal teniendo todo para hacerlo bien.

Entonces, el gran tema en el centro de mi propuesta es el crecimiento económico. Si no crecemos, no hay inversión. Si no hay inversión, no hay plata. Punto. La derecha dura exagera y dice que estamos así (mueve su mano hacia abajo). No es verdad. Pero estamos frágiles. Y Maipú es un buen reflejo. Esta es una comuna que no tiene un crecimiento económico fuerte. Y está como todo Chile.

Si llegara a ser presidente, usted sería como un lobo solitario, con un Parlamento diverso y revuelto para gobernar. ¿Ha pensado cómo lo haría?

Es una gran pregunta, porque parte de las cosas que se me imputan —una de ellas— es que soy llanero solitario. Yo fundé un partido que tuvo 50.000 militantes, acabo de reunir 37.000 patrocinios, apoyé a 3.000 candidatos a concejales, elegí al gobernador más votado de Chile en Antofagasta, elegí 20 alcaldes… ¿Cuánto tenía Boric cuando era candidato? Ni un alcalde, ni un gobernador electo, ni un concejal. Nada. Pero a mí se me dice solitario. No estoy solo; la cantidad de gente que me acompaña, usted no se imagina: son 1.700 coordinadores a nivel nacional, 333 comunas.

Pero, además, vamos ahora a las respuestas más políticas: mi gran ventaja es que soy independiente, me puedo entender con todos. No estoy secuestrado como están Jara y Kast, que tienen a los presidentes de los partidos torturándolos. Tengo una ventaja gigantesca respecto de ellos. Y, por último, no busco ninguna revancha. Te dije al principio, con dolor y tristeza, no de odio por lo que yo viví, te digo: amo a este país.

Le dicen terrorista a mi papá. Es un revolucionario del MIR que no creía en la democracia burguesa. Es verdad. Yo sí. Yo soy candidato; él nunca fue candidato a presidente, no creía en esto. Yo sí. Entonces, ¿por qué no cambiamos la manera, un poco más de generosidad entre nosotros? Yo soy hombre de la democracia.

En su opinión, ¿qué le falta al país para dar un paso importante en su desarrollo?

Crecimiento. Si no hay crecimiento, no se requiere más energía; si no se requiere más energía, no llegan inversionistas. O sea, es toda una cadena, y el crecimiento está en la base.

Lo segundo: creo que falta, en la República, un mecanismo de convivencia. También reglas. Kast acaba de decir hoy día que cree que él puede gobernar con decreto y no con ley. Preocupa. Este gobierno fragilizó la República, porque el legado que me está dejando —por el que yo voté— es que la extrema derecha suma 65 por ciento de los votos.

El Frente Amplio ha sido una experiencia emergente, aunque no tan nueva, en la política chilena. Ha sido la solución para cambiar la realidad que usted criticaba como el duopolio de la corrupción que turnaba a la Concertación y a la derecha.

Respeto a muchos líderes del Frente Amplio, pero creo que son una gran decepción en su gobierno. Nos han dejado en el peor de los mundos. Lo hicieron tan mal que lograron algo que ningún gobierno había logrado: legitimar la Constitución de 1980. Un desastre. Lograron que Kast corriera todos los cercos. Y creo que los dirigentes del Frente Amplio no han aprendido nada, porque ahora están todos en el comando de la candidata oficialista. Los mismos que nos destruyeron en un contexto constitucional con sus faltas de rigor, con su panfleteo, hoy día están todos diciendo: “Estamos listos, vamos de nuevo”.

Usted ha dicho que Chile necesita soluciones, no más rabia. ¿Qué significa eso?

Yo tengo rabia. Todos pasamos por la rabia. Pero la rabia no te conduce muy lejos. Creo que toda elección es un plebiscito sobre el cambio y la continuidad, o sobre el miedo y la esperanza. Y creo que hoy día la gente vota por Jara porque tiene miedo de que gane Kast. Y vota por Jara… ¿Qué ganamos?
Estamos un poco secuestrados por estas dos opciones y creo que no son justas. Hay que construir algo distinto.

¿Qué lo diferencia de sectores que se definen como progresistas? ¿Por qué piensa que usted lo haría mejor?

Porque yo viví en un país capitalista con un Estado muy grande, que es Francia, y trabajo en 15 países. Y en los grandes países que mejor funcionan, el Estado es grande y el mercado es grande. Exactamente lo contrario a lo que quieren Jara y Kast. Fíjese: Kast quiere menos Estado, pero no es capaz de decir qué es menos Estado. En Estados Unidos, Washington y Nueva York están conectados por un tren que es estatal. Cualquiera que use Google va a ver que, en Europa —que es el continente considerado más rico del mundo, más desarrollado— todo es estatal: transporte público estatal, no hay Transantiago; todo es estatal.

Los países capitalistas tienen un Estado muy fuerte: todos los países. Dinamarca, Finlandia, Francia… La salud es pública, estatal, como un derecho. La educación tiene un sistema público fuerte. Las pensiones… Las Naciones Unidas tienen 193 países y 187 países no tienen AFP.

Y, a propósito, en el tema de pensiones, ¿qué propondría usted?

Es complejo. Yo propongo cosas de corto plazo, cosas de largo plazo, que superen este sistema. Que se parezca más al que tienen Carabineros o militares, que es solidario. A largo plazo —porque es un giro mayor, un tema técnico— yo quiero un sistema mixto. Acuérdese: yo tengo apellido mixto, Enríquez-Ominami. Usted lo dijo muy bien. Tengo doble cultura. Anóteme: soy mixto. Estado, mercado; público, privado. Mixto.

Mi diferencia con el progresismo es el progresismo panfletario y tonto, que no le gusta el mercado. Pero es tonto. Mira: aquí, en esta sala, si me permite, usted tiene un teléfono y yo también. Tiene aplicaciones. Todos tenemos. Y eso es mercado. Pero Internet lo creó el Estado. O sea, sin el Estado no habría nada dentro. Esto se creó primero: el Estado dijo “hagamos Internet”. Fueron los militares los que crearon Internet. Y después los privados dijeron “oye, bueno, esto es genial” y vámonos con aplicaciones, teléfonos inteligentes. O sea, el mercado es muy importante. Pero ahí está el Estado.
Y esa es mi diferencia con Kast: él quiere menos Estado y yo quiero más Estado. Y Jara quiere menos mercado y yo quiero más mercado.

¿Por qué cree que han avanzado las propuestas de derecha que le dan una posibilidad real de gobernar el país, así como ha sucedido en otros países de la región? ¿A qué se debe este fenómeno?

Por la incompetencia del gobierno. Y también porque creo que, en el mundo entero, hay una ola de derecha dura porque hay dos grandes fallas: el Estado y la democracia. ¿Qué le parece si yo le digo “oiga, confíe en el Estado”? Usted dice: mi hija no puede salir a la calle. ¿Dónde está el Estado? Usted odia al Estado. Después vienen las elecciones. Maipú, en eso, ha sido muy ejemplar: voy a votar un día por la izquierda, un día por la derecha; los voy premiando y castigando. Y las cosas no cambian. Usted dice: tampoco me sirve la democracia. Me dicen todo el día, desde el año 88, que la democracia es fundamental. Entonces viene un candidato y le dice: “¿Sabe qué? Usted es víctima de estos políticos ladrones que, con su impuesto, se hacen ricos”.

Ese discurso anti-Estado, anti-democracia, es muy atractivo. Y pone al progresismo en una posición muy conservadora.

Yo creo que el Estado y la democracia están en crisis. Y eso le da un argumento a la derecha muy potente. Porque la gente está muy molesta. Pero cuando hay problema, en alguna parte también tiene que defenderse. Y ese no es el mercado.

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