Por Sergio Benvenutto Palacios.
Fotografías de Gabriel Padilla.
Fuimos recibidos en casa de Chelsea y Jairo Valdes, cabezas visibles de la gente tras el proyecto «El Mejor Cambio de Tu Vida», que pretende erradicar el campamento Japón de Maipú.
Chelsea Adams y Jairo Valdés se conocieron realizando trabajos voluntarios en Iloca, luego del terremoto y el tsunami que devastaron la zona centro sur de Chile, el año 2010.
Vivieron en Estados Unidos, él en Texas, ella en Sacramento, y se casaron allá.
Volvieron a Chile, específicamente a Maipú, con el firme propósito de desarrollar alguna labor de ayuda social.
Ahora viven en un apacible pasaje colindante a la calle Las Tinajas. Durante algún tiempo, su vida parece haber sido más relajada que ahora:
«Mucho NETFLIX», dice Chelsea.
Pero en ningún caso la echan en falta:
«Como nunca se actualiza el NETFLIX, ya las vimos todas», se consuela Chelsea.
El Mejor Cambio de Tu Vida
Jairo trabaja en la escuela cristiana Los Héroes, de la villa San Luis V. Desde allí emprendió una cruzada que terminó siendo recogida por la televisión: En noviembre del 2014, subió a Facebook la foto de las zapatillas rotas de un alumno, buscando cambiarlas por unos cuadros.
A partir de allí fueron llegando colaboradoras y colaboradores que han ido forjado el proyecto El Mejor Cambio de Tu Vida.
El grupo comenzó refaccionando nueve casas de alumnos de Jairo. Una de las voluntarias les llevó, en enero-febrero pasado, al campamento Japón.
Campamento Japón
El campamento está emplazado en un vasto sector repleto de basura, por calle Alaska (esquina Lumen, como referencia). Existe desde el año 2010, y alberga a 35 familias.
Son unas 120 personas, la mayor parte de ellas mujeres, cabezas de familia.
Personas comunes y corrientes
Con el tiempo, El Mejor Cambio de Tu Vida se ha centrado en la idea de erradicar el campamento. Ese primero, y otros después.
La convocatoria que ha despertado, se explica, en palabras de Jairo, en que la gente:
«Ve personas comunes y corrientes, sin querer conseguir nada a cambio».
«La gente ya no le cree a los partidos políticos, no le cree a las iglesias, ya no le cree a las instituciones formales que han estado en Chile por mucho tiempo -se extiende-. Entonces ven en El Mejor Cambio…, la forma de que ellos sean partícipes de poder crear un cambio».
«Es por eso que hemos llamado a esto La Revolución de los Poto Pelados -explica-, o sea, no hay ningún tipo de institución que nos esté respaldando de manera formal, ni ningún político, ni ninguna persona famosa».
Le incomoda, dice, cuando lo tratan como si fuese un ángel:
«Me incomoda porque te transfiere una responsabilidad que a mí no me interesa tener. A mí lo que me interesa es transimitr a quien pueda estarme mirando en una pantalla, que es responsabilidad de él también, hacer algo concreto por tu prójimo, por tu hermano, por tu vecino».
Le digo a Jairo que no es infrecuente oír: «Pucha, está lloviendo afuera, lástima que hayan niños durmiendo en la calle», seguido de un: «A Dios gracias, estamos todos bien aquí», conformista.
«Se ve mucho eso -comenta-. Mucha indolencia: ¡Uy!, están pasando frío esos niños, ¡Uy!, pobrecitos… Pero tú sigues en la tuya nomás, viendo la tele tapado hasta arriba».
«Ahora, a mí me pasa todo lo contrario -dice-. Yo siento una responsabilidad, pero también la motivación de hacer algo. No nos queremos quedar con el «Pobrecitos esos niños, están pasando frío», sino que agárrate una frazada y vamos, y que no pasen frío esos niños».
Lo que se traduce en el trabajo que El Mejor Cambio de Tu Vida realiza en el campamento:
«No nos quedamos solamente con el decir, sino que vamos allá a ver cómo están, y nos subimos al techo si es necesario».
«Que es lo difícil», reconoce:
«Con los trabajos, con los estudios, con el TranSantiago, con el Metro, lo único que quieres es llegar a tu casa y olvidarte de todo lo que pasa alrededor.
Le hago, ex profeso y anunciadamente, una pregunta canalla:
¿Por qué preocuparse de lo que pasa alrededor?
«Porque creo que si nos unimos, y trabajamos en conjunto, podemos cambiar la sociedad chilena, y podemos tener un país un poco más justo».
Solidaridad, empatía
Jairo cuenta que sus padres lo llevaban de niño a traer desayuno y almuerzo a niños de la villa San Luis, en una sede social.
Le transmito mi pensamiento de que su momento actual resulta explicable a la luz de eso, en primer lugar, en cuanto a sentir empatía, y; segundo, a su trabajo como profesor.
«Totalmente. El ejemplo que te dan tus papás, cuando el poder ayudar a otros se te transforma en algo cotidiano, algo que es normal, creces con una conciencia distinta, con una sensibilidad distinta, quizás, a otras personas que no lo tuvieron».
«Y claro, se fomenta mucho más cuando tú empiezas a conocer a tus alumnos, y ves la situación en que ellos viven, y te das cuenta de las condiciones en que ellos viven el día a día: que quizás no tomaron desayuno en la mañana, que quizás no pudieron dormir en toda la noche, que tienen papás alcohólicos, que tienen mamás drogadictas».
«Cuando tú vas conociendo esa realidad, esa sensibilidad que uno lleva, llega un punto en que explota -Jairo choca su puño derecho sobre la palma de su mano izquierda-, en el sentido de que algo hay que hacer acá, esta cuestión no puede quedar así. E insisto, queremos traspasar esto a las demás personas para que se unen a esto.
Es el sentido de la frase «El Mejor Cambio de Tu Vida».
No alude solamente a quienes habitan el campamento Japón.