En los últimos días hemos sido testigos de cómo Chile ha sido azotado por una ola de incendios, los cuales han arrasado con localidades, vidas humanas, bosques nativos y zonas forestales de plantaciones exóticas, que sin duda fueron un factor preponderante para la expansión de los focos de incendio, ya que los monocultivos conformados principalmente por pinos y eucaliptos erosionan la tierra y provocan la desertificación y sequedad del suelo, debido a la naturaleza de estos árboles y de la industria forestal.
Es así que además de las altas temperaturas, el calentamiento global y la intervención humana (que afecta en un 99% el desarrollo de los incendios forestales), se ha generado un modelo de explotación de nuestros recursos naturales insostenible, sobre todo en la utilización del suelo, donde la macroindustria y el poder económico soslayan leyes ejercidas por el Estado. Y para qué hablar de participación ciudadana, la cual ni siquiera es consultada, y en términos legales solo aplica de manera consultiva y no resolutiva para planes, programas y proyectos del «gobierno», quienes han sido incapaces de reaccionar de manera eficiente ante la emergencia y la contención, frente a un estado de catástrofe que ha afectado a más de 600 mil hectáreas de territorio chileno, desplegándose así un esfuerzo nacional como internacional que ha conmovido a la opinión pública mundial.
A partir de esta catástrofe nacional nace la necesidad perentoria del cambio de paradigma, no tan solo a nivel nacional sino que también global, ya que nos encontramos en una sociedad de consumo arraigada en la sobreexplotación de los recursos naturales, en decisiones políticas jerarquizadas y con alto grado de influencia económica, por sobre el desarrollo humano sustentable. Ya que estamos viviendo en un mundo donde las fronteras se disuelven, las sociedades de la información logran solidarizar con el sentir humano y viviente en el planeta, es como la sustentabilidad adquiere un rol fundamental para la trascendencia de las sociedades humanas, reconfortando el equilibrio entre las comunidades, su participación, el crecimiento económico y la proyección del medio ambiente, donde debe existir una aceptación holística entre los factores de lo sustentable.
La participación ciudadana y la soberanía del conocimiento socio-ambiental son los objetivos estratégicos claves para la creación de políticas que permitan proteger nuestros territorios de catástrofes naturales y humanas, ya que es la propia herencia histórica la que permite discernir, mediante ese saber cultural del entorno que nos rodea y del instinto de supervivencia humana, mencionando así el concepto de “topofília” (Yi Fu Tuan, 2007), que designa esa experiencia única, que cifra los lazos existentes entre la persona y el lugar donde habita, el querer a la tierra de los pueblos. En conclusión su identidad, como lo demostrado por los pobladores rurales, quienes angustiaban volver a sus hogares damnificados después de los incendios sistemáticos producidos en el territorio nacional.
Es por lo anterior fundamental implementar leyes que permitan asegurar los derechos a la vida, la cultura y a la protección de nuestra madre tierra, llamando la atención al sistema político, como herramienta sine qua non para promover cambios concretos y rigurosamente en leyes y aparatos que conserven verdaderamente la sustentabilidad, para el desarrollo trascendental de toda la humanidad.
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Realmente muy buena columna, es necesario un cambio de Paradigma, y no tan solo institucional, sino humano. Pedro Lazo un Crack, lo conocí por ser el primero en denunciar en TV las mineras ilegales ante la PDI, y fueron erradicadas! comenzó solito, luego se subieron al carro los dirigentes y autoridades para la foto como siempre... creo que se merece ser el próximo alcalde de Maipú, hay que tener agallas para defender la naturaleza así.