Adolfo Ramos y la génesis del sindicato de trabajadores del Colegio Terraustral Oeste (en huelga)

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Adolfo Ramos (35) participó de la reconstitución del Centro de Alumnos de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile, el año 2005, ejerciendo su vicepresidencia aquel año y el 2006, el de la «Revolución Pingüina».

Algo análogo pasó en el caso del sindicato de trabajadores del Colegio Terraustral Oeste, por estos días en huelga legal.

«Ya el 2011 nosotros teníamos ganas de formar un sindicato -cuenta a La Batalla el profesor de música-. Pero qué pasó: Se formó el sindicato del Colegio Terraustral del Sol, tuvieron una huelga, y echaron a 40 profes, de un zuácate. Entonces toda la gente se murió de miedo».

Pero la idea pervivió durante 2012, y el 2013 se sentaron a ver cómo hacerlo:

«Reuniones como clandestinas -evoca Ramos-, muy simpáticas, en casa de alguien…».

La mayoría de las y los profesores que participaron de eso, a la larga, se fueron. Pero la idea no, y en 2014 había dos grupos dentro del colegio trabajando por formar sindicatos:

«Cada uno sin confiar en lo que pasaba con el otro grupo».

Con el tiempo, sin embargo, se fueron acercando. En plazas, parques, y finalmente en el patio de comidas del Mall Arauco Maipú. Los primeros días del 2015, la idea del sindicato había cuajado, y en vacaciones comenzaron a realizar los trámites legales.

En marzo, con 40 personas, lo constituyeron. En Adolfo Ramos recayó la presidencia, en Yohana Marín la tesorería, y en Jessica Alvarado la secretaría.

«Siempre la idea del sindicato era trabajar las cosas de la manera más transversal posible -señala Ramos-. Una vez que constituímos el sindicato empezamos a armar comisiones, y ver los temas que eran legales y las cosas que había que reclamar en el momento. Se planteó el tema de las mamás que tenían hijos en la sala cuna, que había que pagar esa plata y que no se había pagado históricamente… (el colegio ya estaba trabajando el tema). Empezamos a ver temas súper caseros, como que el casino estaba hediondo, que no habían suficientes estacionamientos, que a tal persona le habían descontado tanta plata».

Después se decidieron a presentar un petitorio:

«Entonces se formó una comsión, lo más transversal posible. La idea era que hubiese gente de todos los estamentos: Funcionarios, secretarias, profesores, recogiendo todas las inquietudes, para que todo el mundo se sintiera representado por el petirorio».

«La empresa siempre se queja de que nuestro petitorio era demasiado ambicioso, demasiado amplio. Pero en realidad, la necesidad era que en torno al petitorio pudiéramos converger todos. Que no fuera solamente un tema puntual. Era como una declaración de principios, de alguna forma. Partir diciendo que era eso lo que queríamos lograr en algún momento».

Tras afinar y escriturar el petorio, y luedo de un trabajo con abogados, en agosto de 2015 comenzó el proceso de negociación colectiva.

La empresa respondió el petitorio, «con lo que nosotros esperábamos -dice Ramos-, que era nada». Salvo, cuenta, un buzo para los profesores de educación física.

La reacción general fue de sumo enojo. Muy poca gente dentro del sindicato había negociado colectivamente antes. Para quienes lideraban el proceso resultaba hasta cierto punto esperable, con base en diversas capacitaciones a las que asistieron.

Tras una coyuntura suscitada en vacaciones de invierno, relativa al pago de las horas de reemplazo, el sindicato se vio fortificado. Hoy son 114 sus miembros. 135 considerando a adherentes.

Hoy

«Fuimos construyéndonos sobre la marcha, y hemos logrado hartas cosas desde el desconocimiento, desde la nada», reflexiona Ramos:

«En este momento el sindicato está sumamente organizado, está sumamente power», afirma. En medio del proceso de huelga legal en el que ha desembocado la negociación colectiva, ve a la gente incluso contenta:

«Se ha hecho harta catársis -dice-. Yo siento que cuando partió el tema del sindicato había mucha mala onda contenida, mucha rabia contra la empresa. Muchas injusticias que se veían. Y yo siento que esto ha servido para catalizar eso. Para que la gente se empiece a dar cuenta de que puede pararse frente a la empresa, de que no está solo, de que no está botado por la vida, sino que hay otras personas que pueden empatizar, que se puede generar un proyecto en común».

Lo del viernes en la noche, estima, «fue una cosa re histórica»: Trabajadores/as, apoderados/as y alumnos/as, y adherentes espontáneos, marcharon por Villa El Abrazo.

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Sergio Benvenutto Palacios

Exdirector del Diario La Batalla de Maipú.

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