La Escuela de las Artes de Maipú, que celebró la semana pasada la promoción de su primera generación de estudiantes de música (aquellos que ingresaron el 2014), puede verse como un caso ejemplar.
La Escuela de las Artes de Maipú, ESAM, es un programa municipal destinado a formar a niños y jóvenes que quieren dedicarse al ballet contemporáneo, la danza espectáculo, la música popular y el teatro, que funciona en el Teatro Municipal de la comuna. La semana pasada celebró el egreso de su primera generación de estudiantes de música (aquellos que ingresaron el 2014).
A propósito, creo que la ESAM es un ejemplo de educación pública, gratuita y de calidad.
Es un ejemplo de democratización de la ciudad. Porque es injusto que un niño o un joven que quiere ser bailarín tenga que viajar una hora y media para ir a clases, habiendo otros que no. Esta escuela acerca las posibilidades.
En segundo lugar es un ejemplo de programa municipal de excelencia (exigible, por lo demás, en una comuna con tantos ingresos como Maipú…). La calidad de los maestros de la ESAM, partiendo por su directora general, la estimada y reconocida coreógrafa e intérprete de danza teatro Magali Rivano, resulta incuestionable.
Tercero, es un ejemplo de programa municipal continuo en el tiempo; del desarrollo de un proyecto a largo plazo. La ESAM fue fundada durante la administración del exalcalde Christian Vittori y apoyada e incluso potenciada por la administración de la alcaldesa Cathy Barriga.
Pero asimismo la ESAM es un ejemplo negativo, de inestabilidad administrativa, con tres directores generales hasta ahora (una durante la administración de Christian Vittori y dos en lo que va de la administración de Cathy Barriga), fuera del desfile de directores de la Dirección de Desarrollo Comunitario (DIDECO), de la que depende, en el último período.
Todo lo cual, lógicamente, afecta los procesos. Impide que se desplieguen; los traba. Si llega una persona nueva a ocupar un cargo, necesita ponerse al día. Y eso, por sí solo, implica un estancamiento.
Para el final, lo más peliagudo, en tanto hay posturas irreductibles en pugna: la ESAM puede verse como un caso ejemplar en la discusión sobre la selección de los estudiantes.
Personalmente considero que lo justo es que en lo posible admita a cada postulante que manifieste su interés de dedicarse a las artes escénicas, sin seleccionar, porque tratándose de niños y jóvenes la selección está determinada por el capital cultural correspondiente a su situación social y familiar, privilegiada o vulnerable.
En fin. Es de esperar que la ESAM siga trascendiendo positivamente.
[La imagen es de la Municipalidad de Maipú].